Quién me diría que visitaría esta ciudad… En 4 días, me he vuelto a demostrar lo equivocado que he estado por encerrarme en mí mismo en vez de callar, escuchar, observar y razonar.

Desde el minuto uno, me sorprendió lo amplias y rebosantes de vida que son sus calles. Cientos de comercios, restaurantes, tiendas de todo tipo y un sin fin de cosas que hacer acompañado por gente a cien por hora. Mi idea de viajar se basa en dos premisas: observar y conocer. Observar cada detalle que rodea cada esquina, parada de bus, personas, animales, cielo, cultura, voces, olores… Conocer sabores, acentos, calles, negocios, costumbres…

No olvidaré el olor de la calle del hotel, ni tampoco al recepcionista que era una persona de lo más simpática y amable. Tuvimos ayuda y nos sentimos seguros en todo momento, y eso a 3.000 kilómetros de casa es de agradecer.

Visitamos mil calles, vimos cómo es la vida, tuvimos la suerte y las ganas de conocer la galería nacional de arte, el castillo, el Museo de Guinness, la catedral de San Patricio, el barrio de Temple Bar…

En lo que al viaje se refiere, todo excepcional y con la mejor compañía que podría tener, hace que cada momento valga el doble.

Dicho todo esto, dejo algunas de las favoritas que hice. No todas tienen el mismo estilo, color, encuadre, iluminación o interpretación. Pero todas tienen esa chispa que hace que me gusten entre las más de 600 que tomé y por eso están aquí.

Disfruta.